El origen macabro y divertido de los memes: posando como cadáveres en la era victoriana
En la era digital, los memes son el pan de cada día, pero ¿sabías que su esencia se remonta a tiempos mucho más antiguos? Antes de que internet nos conectara a todos, existían modas y bromas que, aunque no se viralizaban en segundos, lograban capturar la imaginación de miles. Una de estas curiosas tradiciones fue el ‘horsemaning’, un precursor de los memes fotográficos que jugaba con la ilusión de la decapitación.
Esta práctica, que podría considerarse el primer meme fotográfico de la historia, nos muestra que el humor y la creatividad humana trascienden épocas y tecnologías. El ‘horsemaning’ consistía en dos personas colaborando para crear la ilusión de que una de ellas había sido decapitada. Mediante trucos de perspectiva y un poco de actuación, lograban un efecto tan impactante como hilarante. La clave estaba en la disposición del ‘cuerpo’ y la ‘cabeza’, haciendo que el espectador supiera que era una broma, pero disfrutara de la creatividad detrás de ella.
El nombre proviene del Jinete sin Cabeza de ‘La leyenda de Sleepy Hollow’, un personaje que ha fascinado a generaciones y que encontró en esta moda una forma peculiar de volver a la vida. Pero el ‘horsemaning’ no fue más que un capítulo en la larga historia de las bromas fotográficas. Desde los primeros días de la fotografía en la Inglaterra victoriana, los fotógrafos experimentaban con trucos y efectos para sorprender y entretener. Estas imágenes, que hoy consideraríamos memes, eran compartidas en álbumes y reuniones, demostrando que el deseo de conectar y hacer reír a otros es algo inherente al ser humano.
En tiempos más recientes, alrededor de 2011, vimos un resurgir de estas prácticas con modas como el ‘planking’ y el ‘owling’, que aunque diferentes en forma, compartían el mismo espíritu lúdico y creativo. Estas tendencias, previas a la era de TikTok, nos recuerdan la ingenuidad y la alegría de los primeros días de las redes sociales, cuando internet era un lugar más sobre compartir risas que sobre likes y seguidores. Reflexionando sobre esto, es fascinante ver cómo, a pesar de los avances tecnológicos, el corazón de lo que hace a un meme memorable sigue siendo el mismo: la capacidad de sorprender, de conectar y, sobre todo, de hacer reír.
El ‘horsemaning’ y sus sucesores nos enseñan que, en el fondo, todos buscamos lo mismo: un momento de diversión en un mundo que a veces parece demasiado serio.





