A veces, la ambición nos lleva a soñar en grande, y en el mundo automotriz, eso puede significar conquistar desafíos que parecen imposibles. ¿Recuerdan la asombrosa hazaña del Range Rover Sport híbrido en 2018? El mundo entero se quedó boquiabierto al verlo escalar los 999 escalones de la Puerta del Cielo en el monte Tianmen, China, en lo que se conoció como el “Dragon Challenge”. Fue una maniobra publicitaria tan espectacular como arriesgada, que consolidó la reputación todoterreno de la marca británica. Siete años después, Chery Automobile decidió que era su turno de escribir su propia leyenda con su nuevo SUV eléctrico de autonomía extendida, el Fulwin X3L. Pero, ¿qué pasa cuando la épica se intenta forzar sin estar verdaderamente preparado?
El pasado 12 de noviembre, el flamante Fulwin X3L se dispuso a medirse con la mítica “Escalera al Cielo”, un recorrido casi vertical de 300 metros y 999 peldaños que conducen a la famosa cueva de Tianmen. Esta no es cualquier subida; cuenta con tramos de hasta un 60% de pendiente y escalones estrechos y húmedos de apenas 30 centímetros. Chery quería demostrar que su Fulwin X3L, con su potente motor de 422 CV, tracción avanzada, y modos off-road especiales como el “tank turn” (que le permite girar sobre sí mismo), era un verdadero campeón todoterreno. El modelo, presentado en septiembre de 2025 y con un diseño que recuerda al Defender, prometía ser la revelación, con 225 mm de altura libre y capacidades que la marca aseguraba serían legendarias en este tipo de pruebas extremas.
Todo apuntaba a una hazaña espectacular. Según los testigos, el SUV de Chery avanzó con determinación, superando casi tres cuartas partes del trayecto. La tensión y la expectativa eran palpables entre los presentes. Pero, de repente, un fuerte chasquido rompió el silencio. El Fulwin X3L perdió tracción, se deslizó peligrosamente y terminó chocando contra la barandilla de seguridad, dañando parte de la estructura del monumento. “Se quedó allí dos horas sin moverse”, comentó uno de los presentes a Jimu News. El intento de “Dragon Challenge” de Chery se había convertido en un “Dragon Crash”, y el acceso turístico tuvo que cerrarse por dos días para evaluar los daños y remolcar el vehículo. En un comunicado oficial en la red social china Weibo, Chery explicó que el accidente se debió a la rotura de un grillete de la cuerda de seguridad, que se enredó en una rueda delantera, bloqueando la entrega de potencia y provocando la pérdida de control. La compañía admitió públicamente una “estimación insuficiente de los riesgos” y errores de planificación, disculpándose y prometiendo reparar todos los daños y compensaciones. Por fortuna, no hubo heridos que lamentar.
Este incidente tan sonado nos deja una valiosa lección sobre la delgada línea entre la ambición audaz y el exceso de confianza. Aunque la innovación automotriz nos sorprende cada día con vehículos más capaces, no todo se puede forzar, especialmente cuando se trata de la naturaleza y la seguridad. El caso de Chery nos recuerda que una buena planificación, una evaluación de riesgos exhaustiva y, a veces, un poco de humildad, son tan cruciales como la potencia del motor o la tecnología más avanzada. Sin duda, ha sido una lección pública muy costosa para la marca, que ahora deberá reconstruir su imagen y, sobre todo, revisar sus protocolos de pruebas extremas. Al final, lo que comenzó como un intento de coronar la cima de la épica, terminó siendo un recordatorio de que, incluso en el mundo de la tecnología automotriz, la gravedad y la realidad tienen la última palabra.





