La pandemia cambió para siempre la forma en que trabajamos. El auge del teletrabajo nos ofreció flexibilidad y autonomía, pero ahora, con muchas empresas implementando políticas de regreso a la oficina (RTO), la balanza parece estar inclinándose de nuevo hacia el presencialismo. Y no solo eso, un nuevo estudio de CBRE revela que las empresas están intensificando la vigilancia para asegurar el cumplimiento de estas políticas. ¿Estamos ante una nueva era de microgestión laboral?
Según el informe, el 69% de las empresas encuestadas están monitorizando la asistencia de sus empleados a la oficina, un aumento significativo con respecto al 45% del año pasado. Métodos como el seguimiento del uso de VPN, el registro de accesos con tarjetas de identificación e incluso el desarrollo de apps específicas para monitorizar la presencia son algunas de las tácticas empleadas. Aunque las empresas argumentan que estas medidas buscan garantizar la equidad y el cumplimiento de las normas internas, evitando que algunos empleados se beneficien del teletrabajo de forma desproporcionada, la realidad es que estas prácticas están generando malestar y desconfianza entre los trabajadores. El estudio también muestra que el promedio de días obligatorios en la oficina es de 3.2 días, mientras que la asistencia real se queda en 2.9, y en empresas grandes (más de 10,000 empleados), incluso baja hasta 2.5 días. Castigos como la inelegibilidad para bonos o promociones son también una realidad en el panorama actual.
El contraste es aún mayor si consideramos que, al mismo tiempo, muchas compañías están utilizando la flexibilidad del trabajo remoto como una herramienta de reclutamiento y retención de talento. Existe una clara contradicción entre la presión por el regreso a la oficina y la necesidad de atraer y mantener a empleados cualificados en un mercado laboral competitivo. La pregunta que surge entonces es ¿cómo equilibrar las necesidades empresariales con la necesidad de crear un entorno laboral saludable y confiable? La respuesta, probablemente, no sea única y dependerá de cada empresa y su cultura organizacional. Pero está claro que la vigilancia constante puede generar un ambiente de desconfianza, afectando negativamente la productividad y el bienestar de los empleados.
En conclusión, el regreso a la oficina es un tema complejo que requiere un enfoque equilibrado y respetuoso. Si bien las empresas tienen el derecho de establecer políticas de asistencia, la manera en que se implementan estas políticas es crucial. Optar por prácticas de vigilancia excesivas puede ser contraproducente a largo plazo. La clave está en encontrar un punto medio que permita el cumplimiento de las normas sin sacrificar la confianza y la motivación de los empleados. Es necesario fomentar una cultura de responsabilidad y transparencia, basada en el diálogo y la colaboración, en lugar de la desconfianza y la supervisión constante.





