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Tecnología

El túnel submarino entre España y Marruecos: 45 años de espera y ahora dicen que es viable

Imaginen conectar Europa y África a través de un túnel submarino de más de 30 kilómetros bajo las aguas del Estrecho de Gibraltar. Esta idea que parece sacada de una película de ciencia ficción lleva coleando nada menos que 45 años, consumiendo millones de euros en estudios y análisis sin que hasta ahora haya pasado del papel. Pero algo está cambiando: un reciente informe de viabilidad técnica acaba de concluir que, aunque extremadamente complejo, este megaproyecto es técnicamente posible. La empresa pública SECEGSA, creada específicamente para este propósito en los años 80, encargó el estudio a Herrenknecht Ibérica, filial de la alemana especialista en tuneladoras que ha trabajado en proyectos emblemáticos como los túneles de la M-30 de Madrid y el cruce subterráneo de Hong Kong. Su análisis confirma que incluso el tramo más complicado, conocido como ‘Umbral de Camarinal’ -la elevación que separa el Mediterráneo del Atlántico- podría ser viable con la tecnología actual.

El proyecto ha evolucionado significativamente desde sus inicios. Lo que comenzó como una idea para transporte mixto de personas y mercancías por carretera y ferrocarril, con posibles galerías para energía como hidrógeno verde, se ha simplificado a un túnel ferroviario submarino similar al Eurotúnel del Canal de la Mancha. Contaría con dos galerías principales para trenes de mercancías y el AVE, con una longitud total de aproximadamente 65 kilómetros -42 en territorio español, de los cuales 30 estarían sumergidos alcanzando profundidades de hasta 475 metros. El trazado conectaría Vejer de la Frontera en España con Tánger en Marruecos, integrándose en la conexión Cádiz-Sevilla. Los gobiernos de ambos países se han comprometido a tomar la decisión final en 2027, aunque la construcción no comenzaría hasta la próxima década, con horizonte de finalización alrededor de 2040.

El aspecto financiero siempre ha sido la gran piedra en el camino. Las estimaciones actuales sitúan el costo en 8.500 millones de euros, una cifra significativamente menor a los más de 15.000 millones proyectados anteriormente. El gobierno español espera financiar parte del proyecto con fondos europeos Next Generation. Mientras tanto, la inversión acumulada en estudios y preparativos sigue creciendo: solo en 2023 se destinaron 750.000 euros para actualizar el anteproyecto primario, sumándose a los más de 2 millones invertidos entre 2016 y 2022, y según algunas fuentes, hasta 53 millones desde la creación de SECEGSA. El calendario provisional prevé entre seis y nueve años solo para construir la galería de reconocimiento -un túnel exploratorio que sentaría las bases del proyecto definitivo.

Después de casi medio siglo de idas y venidas, este sueño de conexión transcontinental parece más cerca que nunca de hacerse realidad. La viabilidad técnica está sobre la mesa, los gobiernos muestran compromiso y la tecnología existe. Sin embargo, queda por ver si esta vez el proyecto superará los enormes desafíos logísticos y financieros que lo han mantenido en el limbo durante décadas. Si finalmente se materializa, no solo revolucionaría el transporte entre dos continentes, sino que demostraría que incluso los sueños más ambiciosos pueden convertirse en realidad con perseverancia y avances tecnológicos adecuados.