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El MIT revela que la IA ya puede sustituir al 11% de los trabajos en EE. UU., y su método de cálculo es fascinante

Imagina tener un gemelo digital de toda la fuerza laboral de Estados Unidos, con 151 millones de trabajadores modelados individualmente, cada uno con habilidades específicas y ubicaciones reales. Eso es exactamente lo que investigadores del MIT y el Laboratorio Nacional Oak Ridge han creado para medir el verdadero impacto de la inteligencia artificial en nuestros trabajos. Los resultados son sorprendentes: el 11,7% del mercado laboral estadounidense está técnicamente expuesto a ser reemplazado por las capacidades actuales de la IA. No estamos hablando de predicciones futuristas, sino de lo que la tecnología puede hacer hoy mismo.

Lo más fascinante de este estudio no es solo la cifra, sino la metodología revolucionaria que utilizaron. Crearon lo que llaman el ‘Iceberg Index’, un simulador masivo que cruzó más de 32,000 habilidades laborales distribuidas en 923 ocupaciones y 3,000 condados geográficos con las capacidades reales de más de 13,000 herramientas de IA existentes. Para ejecutar este modelo colosal, utilizaron el superordenador Frontier, permitiéndoles responder preguntas específicas como: ‘De las 100 tareas que realiza Juan en el almacén de Nashville, ¿cuántas puede hacer ya un software de IA en este momento?’ Esta precisión sin precedentes revela que la amenaza de la automatización va mucho más allá de lo que vemos en las noticias.

La verdadera revelación está bajo la superficie. Mientras los titulares hablan de despidos tecnológicos, estos representan solo el 2,2% de la exposición total. La gran mayoría del riesgo se esconde en tareas cognitivas y administrativas de sectores como finanzas y gestión sanitaria. Estados industriales como Ohio y Tennessee muestran una alta exposición técnica porque, aunque su economía se basa en fábricas, estas dependen en gran medida de gestión administrativa, logística y recursos humanos que son automatizables. Es como cuando explotó la burbuja inmobiliaria en 2008: no solo se perdieron trabajos de construcción, sino muchos otros empleos administrativos y de transporte que dependían de esa industria.

Este estudio nos obliga a repensar cómo medimos nuestra economía. Nuestros indicadores tradicionales como el PIB o la tasa de desempleo son ‘métricas ciegas’ que no capturan esta vulnerabilidad estructural. La IA no es solo una amenaza tecnológica, sino un fallo en nuestras herramientas de medición. Lo crucial es entender que este índice no predice despidos inmediatos, sino que mide la exposición técnica actual. El mensaje del MIT es claro: necesitamos políticas públicas proactivas, como programas de formación en IA y reconversión sectorial, antes de que el sistema colapse. La pregunta no es si la IA cambiará el mercado laboral, sino cómo nos prepararemos para ese cambio inevitable.