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La historia oculta de Microsoft: cuando reinó en el mundo Unix antes de la era Linux

Cuando pensamos en Microsoft, lo primero que suele venirnos a la mente es su icónico Windows, el sistema operativo que ha impulsado millones de computadoras alrededor del mundo. Es difícil imaginar un mundo sin él, ¿verdad? La empresa de Bill Gates y Paul Allen ha sido sinónimo de dominio en el escritorio por décadas. Pero, ¿qué pasaría si te dijera que, antes de que Windows fuera el rey, e incluso antes de que Linux apareciera en escena como su gran rival, Microsoft ya era un gigante en otro terreno? Hoy vamos a desempolvar una historia fascinante y poco conocida: la época en que Microsoft no solo coexistió con Unix, ¡sino que fue uno de sus mayores distribuidores!

Para entender esta joya escondida de la historia tecnológica, debemos retroceder a finales de los años 70. Mientras MS-DOS sentaba las bases para lo que vendría, Microsoft ya estaba experimentando con algo más robusto: Xenix. Era una adaptación de Unix, ese sistema operativo revolucionario que nació en los laboratorios Bell Labs de AT&T en los 60. Unix introdujo conceptos que aún hoy usamos, como la jerarquía de archivos y la capacidad multiusuario, pero era propietario y costoso. Bill Gates y Paul Allen vieron una oportunidad y compraron una licencia de AT&T. Así, tomaron el Unix original, lo modificaron para que funcionara en las computadoras personales de entonces, creando Xenix. Este sistema se volvió tan popular que se convirtió en la variante de Unix más común de su tiempo. Microsoft no solo lo usaba internamente; lo vendía a grandes fabricantes como IBM y Santa Cruz Operation, ¡convirtiéndose en el distribuidor Unix número uno! Sin embargo, el destino tenía otros planes. Con el auge de MS-DOS y el inminente lanzamiento de Windows, Microsoft perdió interés en Xenix, que finalmente fue adquirido por Santa Cruz Operation. Fue un capítulo exitoso que pocos recuerdan.

Con Xenix fuera del mapa de Microsoft, y Windows afianzándose en los 90, la empresa de Redmond creía tener el dominio absoluto. Pero el universo tecnológico es caprichoso, y fue en esa misma década cuando una nueva fuerza comenzó a tomar forma: el software libre, con Linux a la cabeza. Un joven Linus Torvalds, frustrado por no poder pagar la licencia de Unix, decidió crear su propia versión desde cero, dando origen a Linux. Este clon funcional, aunque sin una sola línea de código de Unix, se comportaba de manera similar, pero con una gran diferencia: era gratis y colaborativo, la evolución natural de Unix. Microsoft, con su experiencia previa en Unix a través de Xenix, ahora se enfrentaba a un enemigo formidable. Este miedo se hizo público con los famosos ‘Halloween Documents’ a finales de los 90. Estos documentos internos revelaron las estrategias de Microsoft para desacreditar el software de código abierto, sembrando la incertidumbre, el miedo y la duda (FUD). Irónicamente, en esos mismos textos, Microsoft reconocía la calidad y la viabilidad de Linux, admitiendo que podía igualar o superar el software comercial y que sus aplicaciones ya estaban disponibles de forma gratuita. Irónicamente, quienes mejor conocían la calidad de un sistema tipo Unix, ahora lo veían como su mayor amenaza.

La historia de Microsoft y Unix es un fascinante recordatorio de las transformaciones y sorpresas en la tecnología. Antes de su batalla contra Linux, y en un giro inesperado, Microsoft ya había sido actor principal en el mundo Unix. Este episodio nos enseña que las grandes empresas tienen pasados complejos y que las alianzas pueden transformarse en rivalidades. En un mundo de innovación constante, incluso los gigantes deben adaptarse y, a veces, enfrentar fantasmas de su pasado. ¿Quién hubiera imaginado que el campeón de Windows tuvo su momento de gloria en la cuna de lo que después sería su mayor adversario de código abierto? Una historia para reflexionar sobre los caminos inesperados de la evolución tecnológica.