A seis meses de su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump continúa marcando la pauta con un estilo de gobierno que mezcla el espectáculo con acciones políticas radicales. Su administración, caracterizada por el uso masivo de órdenes ejecutivas y una agenda que desafía el status quo, ha dejado una huella imborrable tanto en EE. UU. como en el escenario internacional. Este artículo explora los efectos de su gobierno, desde las tensiones comerciales hasta el resurgimiento de movimientos nacionalistas en Europa.

En el corazón de la estrategia de Trump está el movimiento ‘Make America Great Again’ (MAGA), que ha redefinido las reglas del juego político. Con más de 170 órdenes ejecutivas, su administración ha impulsado medidas que van desde barreras aduaneras hasta intervenciones militares, como el bombardeo a Irán. Sin embargo, este enfoque agresivo también ha revelado las fragilidades del movimiento, incluyendo divisiones internas y el desafío de mantener el impulso inicial.

Más allá de las fronteras de EE. UU., el efecto Trump se ha sentido con fuerza en Europa, donde su visión antisistémica ha encontrado eco en movimientos nacionalistas y en la creciente fragmentación de la UE. Expertos como Lorenzo Castellani y Daniele Albertazzi destacan cómo esta dinámica refleja no solo el poder de Trump, sino también las debilidades estructurales de Europa.

Mientras tanto, la estrategia de ‘divide y vencerás’ de EE. UU. parece estar dando frutos, aunque con el riesgo de convertir a Europa en un campo de batalla entre potencias globales. A medida que avanzamos, queda claro que el gobierno de Trump está reescribiendo las reglas del orden global. Sin embargo, el verdadero legado de su administración aún está por verse, dependiendo de la resistencia que encuentre tanto dentro como fuera de EE. UU. Lo que es indudable es que, en estos seis meses, Trump ha demostrado que su influencia va mucho más allá de los memes y las declaraciones polémicas, tocando fibras sensibles en la política internacional.